Últimamente, cada vez que tengo una charla con los colegas en la facultad, a veces me cuesta dormir por la noche. Parece que efectivamente, somos la "generación perdida". Suena duro, ¿verdad?. Nada nos importa ni nada nos conmueve. Toda nuestra vida parece que ha sido fácil y cómoda comparada con la de nuestros padres, y nada hay que nos haga movernos, porque parece que ya no hay nada por lo que moverse. Es como si hubiésemos perdido el interés por muchas cosas.
Somos una generación afortunada. No nos falta de nada; electricidad, agua corriente y caliente, conexión a internet, coche o moto, educación garantizada (la calidad de la enseñanza es otro tema discutible), sanidad. Salimos los sábados, tenemos botellón, y con un poco de ahorro, podemos hacer pequeños viajes. La vida arreglada, o casi, vamos.
Y sin embargo, parece que no todo funciona como debería. Somos una de las pocas generaciones de este país, sobre el que algún día habrá que escribir algo, en que los hijos de obrero como yo, podemos estudiar una carrera gracias a las becas. Tenemos la cultura al alcance de la mano, los libros, la música, las películas... Una infinidad de cosas que ya quisieran tener al alcance de la mano nuestros antepasados. ¡Cuántas generaciones de este país, se desperdiciaron, cuántos ingenieros, arquitectos, filósofos, historiadores, médicos, químicos, y demás, se perdieron labrando un campo (que es un oficio digno y honrado, que conste) en vez de trabajar en un laboratorio o en una biblioteca! Y nosotros, que todo lo vemos fácil, parece que sólo nos preocupamos del móvil que compraremos, y de lo que haremos el sábado. Tenemos el conocimiento al alcance de nuestra mano, pero lo desperdiciamos.
Así visto, parece un poco apocalíptico, pero fue el tema de una de las últimas conversaciones, que junto con otras cosas, casi no me dejaron dormir, tenía la impresión de que efectivamente no había futuro. Quizás fuésemos demasiado pesimistas, pero puede que no anduviésemos demasiado lejos de la verdad. Nuestra generación es muy individualista, primero yo, y luego el resto del mundo. Nos movemos por nuestro propio interés, ojo, y yo el primero, y sólo nos preocupamos de nosotros mismos. Nada que no nos afecte nos hará movernos de nuestra poltrona.
La política parece un rollo mortífero, la democracia me da igual ("yo igual voto a Falange, por hacer la coña y tal, ¿votará alguien a estos?, ja ja ja ja"), dijo algún joven por ahí, como si depositar el voto fuese cosa de chiste, sin saber ni siquiera lo que se está votando. La política se ha convertido en lo que es, seguramente gracias a esto, al desinterés. La política es cosa de políticos, ya no es asunto de los ciudadanos.
Han hecho falta siglos de revoluciones, guerras y conflictos sociales, para que nuestra generación tenga al alcance de la mano lo que tiene, que no es poco, pero parece que haya vivido siempre con ello, y no nos privamos de nada.
Y con este cuadro que estoy pintando, no nos extrañemos que me cueste últimamente dormir por las noches. Recuerdo una vez en mi clase del bachillerato, que una alumna que estaba leyendo el libro " Soldados de Salamina", le hizo al profesor la pregunta clave:"Estoy acabando de leer el libro, pero, es que tengo una duda, ¿quiénes son los rojos?...". Si la gente no tiene espíritu crítico, ni se cuestionan las cosas que los rodean, serán gente manipulable, aunque ellos piensen lo contrario, si no ven más allá de su nariz, y dejan que otros piensen por ellos, entonces, parece que la lucha no sirvió de nada. Ah, la educación. Ya no hay respeto hacia el profesor. Antes, todos los niños se levantaban, se rezaba, y al profesor, los buenos días y las buenas tardes, y el trato de Don, y ay del que no lo hiciese. Hoy, el profesor está devaluado, es quien nos cohibe nuestra libertad de adolescentes, nos da el coñazo en clase, y el respeto se perdió por completo. ¿Culpa de los alumnos? No. Culpa del sistema. No formamos ciudadanos ni hombres hechos ni derechos, no sabría cómo definir a lo que se forma con este sistema educativo.
Y nuestra conversación derivó hacia el colapso. ¿Por qué todos mis colegas piensan que el futuro es el colapso mundial, quizás la guerra? Y no es uno ni dos, son casi todos. Un día, el mundo tal y como lo conocemos estallará, porque nadie va a mover un dedo. Los poderosos van a darle caña a la maquinaria mientras lo que hay aguante, hasta que todo reviente, y como siempre, los perjudicados seremos nosotros, no hay duda de ello. Y eso es lo que más me preocupa, la falta de optimismo. Yo no veo las cosas para nada negras, y siempre me pinté un futuro feliz y de progreso, y mi forma de ver las cosas no va a cambiar nunca, pero desalienta un poco ver el paisaje que se presenta ante nuestros ojos.
Así visto, parece un poco apocalíptico, pero fue el tema de una de las últimas conversaciones, que junto con otras cosas, casi no me dejaron dormir, tenía la impresión de que efectivamente no había futuro. Quizás fuésemos demasiado pesimistas, pero puede que no anduviésemos demasiado lejos de la verdad. Nuestra generación es muy individualista, primero yo, y luego el resto del mundo. Nos movemos por nuestro propio interés, ojo, y yo el primero, y sólo nos preocupamos de nosotros mismos. Nada que no nos afecte nos hará movernos de nuestra poltrona.
La política parece un rollo mortífero, la democracia me da igual ("yo igual voto a Falange, por hacer la coña y tal, ¿votará alguien a estos?, ja ja ja ja"), dijo algún joven por ahí, como si depositar el voto fuese cosa de chiste, sin saber ni siquiera lo que se está votando. La política se ha convertido en lo que es, seguramente gracias a esto, al desinterés. La política es cosa de políticos, ya no es asunto de los ciudadanos.
Han hecho falta siglos de revoluciones, guerras y conflictos sociales, para que nuestra generación tenga al alcance de la mano lo que tiene, que no es poco, pero parece que haya vivido siempre con ello, y no nos privamos de nada.
Y con este cuadro que estoy pintando, no nos extrañemos que me cueste últimamente dormir por las noches. Recuerdo una vez en mi clase del bachillerato, que una alumna que estaba leyendo el libro " Soldados de Salamina", le hizo al profesor la pregunta clave:"Estoy acabando de leer el libro, pero, es que tengo una duda, ¿quiénes son los rojos?...". Si la gente no tiene espíritu crítico, ni se cuestionan las cosas que los rodean, serán gente manipulable, aunque ellos piensen lo contrario, si no ven más allá de su nariz, y dejan que otros piensen por ellos, entonces, parece que la lucha no sirvió de nada. Ah, la educación. Ya no hay respeto hacia el profesor. Antes, todos los niños se levantaban, se rezaba, y al profesor, los buenos días y las buenas tardes, y el trato de Don, y ay del que no lo hiciese. Hoy, el profesor está devaluado, es quien nos cohibe nuestra libertad de adolescentes, nos da el coñazo en clase, y el respeto se perdió por completo. ¿Culpa de los alumnos? No. Culpa del sistema. No formamos ciudadanos ni hombres hechos ni derechos, no sabría cómo definir a lo que se forma con este sistema educativo.
Y nuestra conversación derivó hacia el colapso. ¿Por qué todos mis colegas piensan que el futuro es el colapso mundial, quizás la guerra? Y no es uno ni dos, son casi todos. Un día, el mundo tal y como lo conocemos estallará, porque nadie va a mover un dedo. Los poderosos van a darle caña a la maquinaria mientras lo que hay aguante, hasta que todo reviente, y como siempre, los perjudicados seremos nosotros, no hay duda de ello. Y eso es lo que más me preocupa, la falta de optimismo. Yo no veo las cosas para nada negras, y siempre me pinté un futuro feliz y de progreso, y mi forma de ver las cosas no va a cambiar nunca, pero desalienta un poco ver el paisaje que se presenta ante nuestros ojos.
5 comentarios:
Tú lo has dicho: nadie moverá un dedo.
¿Tú te crees que hace 10 años se podría haber implantado el plan nuevo en la universidad? Me da a mí que el conformismo se ha adueñado de la sociedad.
También es cierto que la misma gente que gritó en mayo del 68, es la misma que ahora dirige el mundo, e implanta planes de Bolonia...
Somos la generación que tiene lo que dices, y la primera que según rezan los telediarios, va a vivir peor que sus padres, con menores oportunidades...
En fin, iba en el bus leyendo a Quevedo, y ya el se quejaba de su sociedad. El hombre es el mismo, pasen los años que pasen....
Buena actualización.
XXX
O lo que es lo mismo: http://www.imdb.com/title/tt0137523/
Me apuesto algo a que esa que preguntó quienes son los rojos es una de esas pijas hijas de p*** que tanto abundan.
PD: Foto en perfil: Terrorista bueno, SIIIIIII!
Hasta otro día que comamos puddin, wapisimo
http://goear.com/listen.php?v=3ace4d6
Hola Santiago, soy Pablo el de Casa Piedra (“el hijo de los médicos”).
Ya había leído esta entrada en otra ocasión, pero hoy me reencontré con tu blog y no puedo evitar escribirte.
Lo que dices es realmente cierto y eso se hace muy duro de escuchar. Cuando tú publicaste esta entrada, el mundo se adentraba en una crisis económica (que ya aburre, por cierto). Afirmaste en ese momento que “nada nos importa ni nada nos conmueve” y que “es como si hubiésemos perdido el interés por muchas cosas”. Desmotiva pensar que después de tres años de crisis, paro, corrupción, Bolonia y un largo etcétera, sigan valiendo para describirnos. Desmotiva pensar que mientras nosotros nos embarcábamos en una desastrosa huelga general, Francia llevaba ocho. Y personalmente, me desmotiva pensar qué nombre tendrá mi generación y las posteriores, si la tuya es la “generación perdida”, porque francamente, veo y oigo cosas de una ignorancia tremendamente peligrosa.
Por otro lado, la pasividad de los jóvenes con la política y el desinterés por la cultura, es otro de los grandes problemas. Algo parecido a lo que contaste me pasó a mí en segundo de bachiller, que me preguntaron si los comunistas eran “los de izquierdas o los de derechas”.
Me encanta escuchar las historias de mi padre de cuando él y sus compañeros luchaban contra la dictadura, y me da la sensación de que los jóvenes de hoy tendríamos que estar en la calle luchando por un mundo más justo para nuestros hijos, como ellos hicieron por nosotros.
Un saludo.
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