miércoles, 15 de octubre de 2008

Poesía... que es lo que nos hace falta.




En Arles

Dans Arles, où sont les Aliscamps,

Quand l’ombre est rouge, sous les roses,
Et clair le temps,

Prends garde à la douceur des choses.
Lorsque tu sens battre sans cause
Ton cœur trop lourd ;

Et que se taisent les colombes :
Parle tout bas, si c’est d’amour,
Au bord des tombes.



Paul-Jean Toulet (1867-1920)


Demain, dès l'aube...

Demain, dès l'aube, à l'heure où blanchit la campagne,
Je partirai. Vois-tu, je sais que tu m'attends.
J'irai par la forêt, j'irai par la montagne.
Je ne puis demeurer loin de toi plus longtemps.

Je marcherai les yeux fixés sur mes pensées,
Sans rien voir au dehors, sans entendre aucun bruit,
Seul, inconnu, le dos courbé, les mains croisées,
Triste, et le jour pour moi sera comme la nuit.

Je ne regarderai ni l'or du soir qui tombe,
Ni les voiles au loin descendant vers Harfleur,
Et quand j'arriverai, je mettrai sur ta tombe
Un bouquet de houx vert et de bruyère en fleur.



Victor Hugo (1802-1885)

lunes, 16 de junio de 2008

Libro de familia. Regreso a las raíces...


Hay días en los que uno no se levanta con ganas de hacer algo productivo, sino más bien, todo lo contrario, pasarse la mañana en la cama, al calentito, y olvidarse de problemas y exámenes. Limpiar un poco la casa, recoger mi habitación, y desaparecer, eso es lo que hice ese sábado teniendo en cuenta que me levanté tardísimo, ya eran las tres de la tarde. Pocas veces antes había tenido esa sensación, esa falta de ganas de ir a mi casa. Con los exámenes por delante, algún trabajo por terminar, y con una preocupante falta de ganas de continuar la tarea, decidí coger el autobús de las cinco y media, y marcharme a Navia, a Villapedre, a mi casa...


El chófer del Alsa, viejo conocido aunque no sé su nombre, porque siempre lo conocimos con el apelativo de su pueblo, "Caroyas", me llevaba a la escuela a Villapedre y a Vega cuando tenía 6 años. Sonrisa. "Coño Santiago, ¿vas pa casa?. Siempre te toca ir conmigo". Dos horas de bus. Mejor sentarse en el lado derecho, ya que por la tarde, el sol pega fuerte en el lado izquierdo y no quiero cocerme. No va mucha gente. Apuntes de arqueología. Llegada "Hala, llegamos ya eh, jejeje, ahora una bona merienda, un plato fabada eeeh, jejejeje, venga, taluego". Villapedre.

Un sol tremendo, y el cielo despejado. Papá hoy no viene a recogerme, mis padres están en casa de mis tíos sembrando fabas. No es problema, echo a andar, junto al cementerio, camín del calvario arriba. Desde lo alto del Pinar hay una buena vista de Villapedre. Pocas cosas, o ninguna ha cambiado, aquí las cosas van despacio. Por el camino, dos paseantes, que caminan más lento que yo, comentando todo cuanto ven a su paso. Isidora y la prima. Acento de Villapedre "Ay, Santiago, mira quién ya. ¿Vienes de Ovieo?. Pregúntame Elena a veces por ti, ay Elena, ¡si lo ves nun lo conoces! Vas pa casa eh, hala, vei andando, que xa tendrás gana de llegar a casa. Nosotras vamos más lentas, que ya tan las patas mal...." Diez minutos me lleva recorrer el camino que va de la parada del Alsa hasta mi casa, a paso ligero, pero no rápido. Hace sol, son las 7 y media de la tarde, y está una tarde estupenda

Regresar a las raíces. Parece una tontería, pero a veces, reconforta muchísimo volver a las raíces, a ese trocito de tierra y esa casita donde uno ha crecido, jugado, y vivido. Estarán ahi, haga sol, nieve, truene o llueva. Ese trocito de tierra con árboles, que plantó el abuelo, y que yo segúi cuidando, y replantando. Saber que siempre va a estar el portón del cabanón abierto, y que puedo entrar sin preguntar, porque ésta es mi casa.

El perro ya no ladra, ni tampoco mueve el rabo como hizo siempre en cuanto reconocía mis pasos, porque el pobre murió hace poco. Ahora está enterrado entre los naranjos, debajo de una losa de pizarra. La verdad, se echa en falta, era el primero en recibirte, y siempre con sincera alegría, pero bueno, supongo que es ley de vida. Los árboles y las plantas siguen en su sitio, bueno, ha crecido la hierba bastante por la lluvia y las plantas, también, más de lo que lo estaban la última vez que las vi, y las ramas del ciruelo están curvadas, porque está tan cargado de ciruelas que no puede soportar el peso. ¡Y eso que papá decía que lo había fradado mucho! Necesitaba una buena poda, y además, en menguante no hay problema. El resto de los árboles empiezan a enseñar ya los frutos. Cuando entro por el portón, me doy cuenta de por qué está abierto, por las golondrinas, que han vuelto, y no hacen más que entrar y salir a toda velocidad en busca de comida para sus crías, tienen el nido lleno de polluelos. La bicicleta y el balón descansan en el cabanón soñando con tiempos mejores. La moto, en el taller, destripada. Y el 600, mi coche, escondido debajo de una lona, para evitar que los gatos lo rayen, y se llene de polvo.


Subo a mi habitación. Tengo el escritorio lleno de papeles, pero la cama está hecha, y está todo tal y como lo dejé la última vez. Abro las ventanas, quiero que entre aire fresco. No huele mal, la verdad, huele a hierba recién segada, los tractores no paran estos días porque comenzó la campaña del ensilado de hierba para el ganado. A cada poco se oye el ruido ronco de los motores, pasando por el camino, o suenan distantes allá en los praos del Regueiro, segando hierba sin parar.



Vistas desde la ventana de mi habitación


Mamá, papá, bolita..., supongo que a la casa le falta la parte más importante sin ellos. ¿Y que hago? Pues marcho. Voy en busca de mi gente. Mis viejos están en Freal, en casa de mis tíos, mi otra casa, trabajando en la huerta. Siempre viene bien un poco de calor humano, y no me gusta ver la casa vacía. De mi casa allí habrá 2 o 3 kilómetros, que a buen paso, suponen 35 minutos de caminata. Desando el camino andado, subo hasta Villainclán, lo cruzo, y sigo de frente hasta el Carreirón, pero no me desvío a la derecha para tomarlo, sino que sigo de frente, dirección la Bouza y el Pinar, y bajo por el Calvario hasta el cementerio. Llego a la cafetería, y cojo la carretera general, dirección Navia. A mi derecha, la iglesia, que sigue ahí, más o menos como el día que la construyeron. Sigo por la carretera general, llego al Crucero y cruzo rodeando la nueva rotonda de la autovía. Continúo por el arcén, ya bajando por el Penón, para entrar en Piñera. Paso junto al almacén de Óscar, donde todos los domingos por la mañana papá va a hacer la compra, paso junto a la casa de Tasqueiro y la de Moncho el Castellano, amigos y conocidos de la familia, y cuando casi estoy llegando a la iglesia de Piñera, me salgo de la carretera general, y comienzo a descender por un camino al valle que forma el río Frexulfe, para luego ascender por una cuesta bastante empinada, al lugar de Freal. Bueno, una vez aquí, el lugar de La Esperanza está junto a Freal, casi se tocan unas casas con otras, pero salgo de una parroquia y entro en otra, en Andés. Aquí está la casa de mi tíos. Allí, sé que siempre voy sé que va estar la cocina de leña encendida, el café caliente en la mesa, y la sonrisa en la cara al verme entrar por la puerta. Y que no me va a faltar de nada. El plato de caldo caliente, con rabizas, toucín, morciella, ya chourizo.


Efectivamente, están en la huerta detrás de casa. "¡Coño!, ¿viniche andando?. Qué che dixen you, qu´iba venir andando pa´có. Ay ho, cómo nun chamache, que taba Tere na cocina, ya iba you buscate. Hala, déixalo, xa ta aquí, pos ya ta. Non, si tardache namás media hora, viniche rápido. Ya lo que tien que facer, que tien buonas patas p´andar".



Labores de siembra en el eiro


A la izquierda, mi padre, Ángel, a la derecha, mi tío Armando



Cálida acogida. Es tiempo de sembrar las fabas ya, y aprovechan el primer fin de semana que hace algo de sol, después de un mes de mayo lluvioso. "Nun sei, xa verás cómo mañana chuove, ya cuoce todo na tierra col sol". Ya hay varios riegos hechos. Papá y Armando, con la eixada o fesoira, según sea Téifaros o Villapedre, van haciendo los riegos, siguiendo la marca de los cordeles, "cordieles", sujetos a cada extremo de la tierra con estacas. Mamá y Nely van sembrando una a una las fabas, y luego, los granos de maíz, "meiz", bien untados en cierto líquido para que aprendan. Unos polvinos de abono, y luego, irán cerrando el surco, y haciendo nuevos riegos. Así, poco a poco va pasando la tarde. Hacia las nueve y media o diez, fin de la tarea. Sentarse plácidamente en el poyo de madera, a la puerta del cabanón, a ver cómo atardece. Los días han crecido, ahora el sol no se mete por la capilla, lo hace unos cientos de metros más abajo, por ca l´Indiano. Atardece. Y aparecen los nenos de ca Polayo, Martín y Andrea. Sonrisas. A la corte a ver a las cabras. Detrás, Martina, la bola (abuela en fala). Noche. A la cocina. Café con leche, y para casa.


Domingo. A Puerto de Vega a tomar algo con mi padre, a por el periódico, y a por el pan. Mañana tranquila, charlamos del tema que está en boca de todo el mundo, la crisis. Si, la crisis. Sube el pan, sube la leche, suben los piensos, sube el gasóleo... La construción ha parado (¡afortunadamente!, antes de que las excavadoras terminasen de acabar con lo poco que nos queda...), hay desempleo. Bajamos al muelle, primero al café, la Marina, y luego a la Gaviota. Un café con leche y un vinillo, y a casa de mis tíos. Armando está sentado tranquilamente en el poyo del pozo. Y vuelve a salir el tema. De quién será la culpa. Zapatero, el euro... Supongo que las cuestiones de macroeconomía son complejas de explicar, pero no resisto la tentación de hablar. Las soluciones que salen son diversas, desde que el gobierno lo coja todo (justo lo contrario de la práctica habitual, liberalizar). Para mí no es difícil. Se basa en el crecimiento de la economía en España en el sector del ladrillo, cosa que estaba visto que no podía durar. Se especula e invierte con los pisos, como si fuesen acciones de bolsa, que un día se desploman. Dependemos en exceso de los combustibles fósiles, una mínima alteración en el mercado internacional y el precio del crudo Brent, y ya tenemos crisis. Quizás demasiado complejo para discutir. Hora de comer. Regreso a Villapedre.


Aunque debería estar estudiando como un cosaco, la verdad que tengo ganas de ir a la feria de Vegadeo, la antigua Silvallana d´A Veiga. Así, que adiós a los libros, cogemos el coche, y toda la tarde de paseo, viendo cosas por ahi. Gente, bastante, sobretodo en el pabellón, pero por fuera, entre la maquinaria, se pasea tranquilamente. Lo que más me gustó siempre, desde crío, cuando soñaba con una ganadería de 120 vacas y un John Deere enorme, es la maquinaria agrícola. De pequeño, me subía en todos, imaginando campos inmensos de maíz o praos de hierba, o tierras por arar bajo la lluvia y el barro, resguardado dentro de la cabina... Hoy eso cambió bastante. Cada día, parece que hacen los tractores más grandes.








Y al salir y dar una vuelta por el parque, el olor a pulpo y a churrasco, Hay unas cuantas pulperías de gente que viene de Galicia, monta las carpas, y se hacen pequeños restaurantes aquí y allá. El pulpo cociéndose en las grandes calderas de cobre, para ser servido con patatas, los llacois (lacones), también en las ollas, y el churrasco, las costillas a la brasa. Es el último día de la feria, ya atardece, y con las últimas luces de la tarde, regresamos a casa. En Villapedre comienza a oscurecer...

El lunes, por fin me decido a hacer algo, a darles un empujón a los trabajos, aunque durante toda la tarde no pararon de "rumbar" los tractores arriba y abajo, recogiendo la hierba para ir haciendo los silos.






Entre libro y libro, hay tiempo para salir a la acera a tomar el fresco un rato. No sé por qué, pero se me vienen a la memoria que las gatas parieron gatos, y voy con mamá al cabanón a echar un vistazo. Una los tiene en una caja de madera, junto al gallinero, y la otra, en un cubo grande, donde se echan los "carruozos" de las panoyas del meiz. Mamá los saca con cuidado, no está la gata cerca.








El miércoles por la mañana, regreso a Oviedo, en el Alsa de la 9 de la mañana. Está nublado, y hay bastante gente. Voy medio dormido hasta que llego a Oviedo. Otro mundo diferente, aunque no por ello menos interesante. Supongo que no es cuestión de gustos, sino de saber apreciar las cosas buenas de cada lugar. Quien quiera que le eche un ojo a esto, entenderá por qué me encanta tanto regresar al pueblo....



viernes, 23 de mayo de 2008

La generación perdida...

Últimamente, cada vez que tengo una charla con los colegas en la facultad, a veces me cuesta dormir por la noche. Parece que efectivamente, somos la "generación perdida". Suena duro, ¿verdad?. Nada nos importa ni nada nos conmueve. Toda nuestra vida parece que ha sido fácil y cómoda comparada con la de nuestros padres, y nada hay que nos haga movernos, porque parece que ya no hay nada por lo que moverse. Es como si hubiésemos perdido el interés por muchas cosas.

Somos una generación afortunada. No nos falta de nada; electricidad, agua corriente y caliente, conexión a internet, coche o moto, educación garantizada (la calidad de la enseñanza es otro tema discutible), sanidad. Salimos los sábados, tenemos botellón, y con un poco de ahorro, podemos hacer pequeños viajes. La vida arreglada, o casi, vamos.
Y sin embargo, parece que no todo funciona como debería. Somos una de las pocas generaciones de este país, sobre el que algún día habrá que escribir algo, en que los hijos de obrero como yo, podemos estudiar una carrera gracias a las becas. Tenemos la cultura al alcance de la mano, los libros, la música, las películas... Una infinidad de cosas que ya quisieran tener al alcance de la mano nuestros antepasados. ¡Cuántas generaciones de este país, se desperdiciaron, cuántos ingenieros, arquitectos, filósofos, historiadores, médicos, químicos, y demás, se perdieron labrando un campo (que es un oficio digno y honrado, que conste) en vez de trabajar en un laboratorio o en una biblioteca! Y nosotros, que todo lo vemos fácil, parece que sólo nos preocupamos del móvil que compraremos, y de lo que haremos el sábado. Tenemos el conocimiento al alcance de nuestra mano, pero lo desperdiciamos.
Así visto, parece un poco apocalíptico, pero fue el tema de una de las últimas conversaciones, que junto con otras cosas, casi no me dejaron dormir, tenía la impresión de que efectivamente no había futuro. Quizás fuésemos demasiado pesimistas, pero puede que no anduviésemos demasiado lejos de la verdad. Nuestra generación es muy individualista, primero yo, y luego el resto del mundo. Nos movemos por nuestro propio interés, ojo, y yo el primero, y sólo nos preocupamos de nosotros mismos. Nada que no nos afecte nos hará movernos de nuestra poltrona.
La política parece un rollo mortífero, la democracia me da igual ("yo igual voto a Falange, por hacer la coña y tal, ¿votará alguien a estos?, ja ja ja ja"), dijo algún joven por ahí, como si depositar el voto fuese cosa de chiste, sin saber ni siquiera lo que se está votando. La política se ha convertido en lo que es, seguramente gracias a esto, al desinterés. La política es cosa de políticos, ya no es asunto de los ciudadanos.

Han hecho falta siglos de revoluciones, guerras y conflictos sociales, para que nuestra generación tenga al alcance de la mano lo que tiene, que no es poco, pero parece que haya vivido siempre con ello, y no nos privamos de nada.
Y con este cuadro que estoy pintando, no nos extrañemos que me cueste últimamente dormir por las noches. Recuerdo una vez en mi clase del bachillerato, que una alumna que estaba leyendo el libro " Soldados de Salamina", le hizo al profesor la pregunta clave:"Estoy acabando de leer el libro, pero, es que tengo una duda, ¿quiénes son los rojos?...". Si la gente no tiene espíritu crítico, ni se cuestionan las cosas que los rodean, serán gente manipulable, aunque ellos piensen lo contrario, si no ven más allá de su nariz, y dejan que otros piensen por ellos, entonces, parece que la lucha no sirvió de nada. Ah, la educación. Ya no hay respeto hacia el profesor. Antes, todos los niños se levantaban, se rezaba, y al profesor, los buenos días y las buenas tardes, y el trato de Don, y ay del que no lo hiciese. Hoy, el profesor está devaluado, es quien nos cohibe nuestra libertad de adolescentes, nos da el coñazo en clase, y el respeto se perdió por completo. ¿Culpa de los alumnos? No. Culpa del sistema. No formamos ciudadanos ni hombres hechos ni derechos, no sabría cómo definir a lo que se forma con este sistema educativo.
Y nuestra conversación derivó hacia el colapso. ¿Por qué todos mis colegas piensan que el futuro es el colapso mundial, quizás la guerra? Y no es uno ni dos, son casi todos. Un día, el mundo tal y como lo conocemos estallará, porque nadie va a mover un dedo. Los poderosos van a darle caña a la maquinaria mientras lo que hay aguante, hasta que todo reviente, y como siempre, los perjudicados seremos nosotros, no hay duda de ello. Y eso es lo que más me preocupa, la falta de optimismo. Yo no veo las cosas para nada negras, y siempre me pinté un futuro feliz y de progreso, y mi forma de ver las cosas no va a cambiar nunca, pero desalienta un poco ver el paisaje que se presenta ante nuestros ojos.

Clásicos populares

Seguro que todos habéis escuchado alguna vez el "Asturias", de la suite "España", opus 47, de Isaac Albéniz, es, simplemente brillante. Esta interpretación es muy buena, y está grabada en uno de los salones del alcázar de Sevilla.

viernes, 9 de mayo de 2008

Viaje a Estambul. La oración en la mezquita de Eyyup

No sé si alguna vez habéis asistido a un rezo en alguna mezquita. Para mí fue la primera vez que lo veía tan próximo y tan directo, y nunca creí que tendría esa impresión cuando se oyó el "Allah u akbar" desde el alminar de la mezquita de Eyyup. Es uno de los lugares santos del Islam, pues allí se supone que está enterrado Eyyup, el portaestandarte de Mahoma, en un mausoleo que se encuentra dentro del patio de la mezquita. Tanto es el respeto que los fieles del Islam sienten por este lugar que la gente sale de espaldas del interior de su türbe.
Eyyup también es uno de los barrios más populares de Estambul, como el Fener. No es como Gálata, que es mucho más europeo y occidental, son barrios más tradicionales. Y entre esas tradiciones, está el rezo del viernes, que congrega a numerosas personas dentro de la mezquita, en el patio, y en la explanada que hay al lado de la mezquita.







En media hora, se llenó de gente la explanada que hay delante de la mezquita, como se ve en las fotos. Y con cuidadito de no pisar la alfombra con los zapatos, el respeto era tremendo.



martes, 6 de mayo de 2008

Cuentos para no dormir

El hombre de vida inexplicable

Anónimo sufí

Había una vez un hombre llamado Moyut. Vivía en una aldea en la que había obtenido un puesto como pequeño funcionario y parecía muy probable que fuese a terminar sus días como inspector de pesas y medidas. Una tarde, cuando estaba caminando por los jardines de un viejo edificio cerca de su casa, el Jádir -misterioso guía de los sufíes- se le apareció vestido con una túnica de brillante verde. Moyut se encontró con el Jádir y el Jádir le dijo:

-Hombre de brillantes perspectivas, deja tu trabajo y encuéntrame junto a la ribera del río dentro de tres días.

Y desapareció.

Moyut fue a ver a su superior, conmovido por este encuentro, y le dijo que tenía que partir. Todo el mundo en la aldea se enteró pronto de esta decisión, y dijeron: "Pobre Moyut, se ha vuelto loco". Pero como había muchos candidatos para su puesto no tardaron en olvidarlo. En el día señalado Moyut se encontró con el Jádir, quien le dijo:

-Quítate las ropas y arrójate al río. Quizás alguien te salvará.

Moyut lo hizo sin hesitar, aunque se preguntaba si se había vuelto loco. Puesto que sabía nadar no se hundió, pero fue arrastrado por las aguas largamente antes de que un pescador lo hiciera subir a su bote y le dijera:

-Hombre loco, la corriente es muy fuerte, ¿qué estás tratando de hacer?

Moyut dijo:

-Realmente no lo sé.

-Estás loco -dijo el pescador-, pero te llevaré a mi cabaña junto al río, y veremos qué puedo hacer por ti.

Cuando el pescador descubrió que Moyut hablaba bien, aprendió de él a leer y a escribir. En cambio le dio alimento y un lugar donde habitar. Moyut ayudaba al pescador en su trabajo. Después de unos pocos meses el Jádir volvió a aparecer, esta vez al pie de la cama de Moyut, y le dijo:

-Levántate y deja a este pescador. Ya veremos qué se hace contigo.

Moyut salió inmediatamente de la cabaña, se vistió como pescador y vagabundeó hasta llegar a una carretera. Cuando se hizo el día vio a un agricultor en un burro en su camino hacia el mercado.

-¿Buscas trabajo? -le preguntó el agricultor-, porque necesito a un hombre que me ayude para traer de vuelta algunas compras que debo hacer.

Moyut lo siguió. Trabajó para el agricultor durante casi dos años, tiempo en el cual aprendió bastante sobre agricultura, pero sobre ninguna otra cosa. Un atardecer, mientras estaba limpiando algodón, se le apareció el Jádir y le dijo:

-Deja este trabajo, ve a la ciudad de Mosul y usa los ahorros para convertirte en un mercader de pieles.

Moyut obedeció. En Mosul se hizo conocido como mercader de pieles y no volvió a ver al Jádir durante tres años. Había ahorrado una suma considerable de dinero y estaba pensando en comprar una casa, cuando el Jádir volvió a aparecérsele y le dijo:

-Dame tu dinero. Vete de esta ciudad. Ve tan lejos como Samarkanda, y trabaja allí como almacenero.

Moyut lo hizo. En realidad empezó a mostrar signos bastante ciertos de iluminación. Curaba a los enfermos, servía a sus conciudadanos y durante su tiempo libre notaba que los misterios se iban profundizando en él cada vez más acentuadamente. Filósofos, hombres de negocios, lo visitaban y le preguntaban:

-¿Con quién estudiaste?

-Es difícil decirlo -contestaba Moyut.

Sus discípulos le preguntaban:

-¿Cómo empezaste tu carrera?

Él decía:

-Como un pequeño funcionario.

-¿Y la abandonaste para dedicarte a la mortificación?

-No. Simplemente la abandoné -decía Moyut.

Y sus discípulos no lo entendían. La gente se le acercaba para escribir la historia de su vida.

-¿Qué has sido en tu vida? -le preguntaban.

-Salté a un río, me convertí en pescador; después me fui de una cabaña en la mitad de una noche; después de esto me volví agricultor, y mientras estaba limpiando algodón cambié y fui a Mosul, donde me convertí en un mercader en pieles. Ahorré algún dinero allí, pero lo dejé, y después vine a Samarkanda y trabajé como almacenero. Y aquí es donde estoy ahora.

-Pero esta conducta inexplicable no ilumina para nada tus dones tan extraños y tus ejemplos maravillosos, decían los biógrafos.

-Así es -decía Moyut.

De tal suerte, los biógrafos organizaron para Moyut una historia muy excitante y maravillosa, porque todos los santos deben tener su historia, y la historia debe estar de acuerdo con el apetito del oyente, no con las realidades de la vida. Y nadie puede hablar del Jádir directamente. Tal es la razón por la cual esa historia no es cierta. Es una representación de la vida. Esta es la verdadera vida de uno de los más grandes sufíes.

lunes, 5 de mayo de 2008

Clásicos populares

¿Quién no ha escuchado alguna vez el Requiem de Mozart? Hoy no ha sido un día muy alegre para mí, la verdad. Y esta música quizás tampoco lo sea, pero llena el espíritu...
Wolfgang Amadeus Mozart. Requiem KV 626, Introitus, en una versión muy buena de Karl Böhm

viernes, 2 de mayo de 2008

Viaje a Estambul II

Uno de los monumentos más conocidos de Estambul es la mezquita del Sultan Ahmed, también Ahmediye Camii, o Mezquita Azul, debido al color de los azulejos del revestimiento interior. Su onstrucción se inició en 1609 y se remató en 1616, y es una obra de Mehmed Aga, arquitecto de origen cristiano, que se fromó como discípulo de Sinán, el gran arquitecto otomano.

Según se contaba, el sultán mandó edificar la mezquita como una obra piadosa tras haber sufrido una derrota, a lo cual se opusieron los ulemas, por considerar que ésta debería ser edificada con botín de guerra, lo cual podría haber dado origen a la leyenda de que sus seis alminares son una blasfemia, por ser un número superior a los de la Meca, cosa que es falsa, pues la Meca por entonces tenía siete.

Vista exterior


Interior


La foto más o menos logró captar el efecto que da nombre precisamente a la mezquita, debido al reflejo de la luz en la decoración cerámica de azulejos de Iznik. La cúpula se encuentra a 43 metros del suelo, y posee un diámetro de 23,50 metros.


Esta mezquita es una de las últimas del llamado periodo clásico otomano. La planta del conjunto es muy equilibrada, porque el patio es tan grande como el edificio y posee grandes puertas en cada uno de sus tres lados. Lo rodea un peristilo de 26 columnas que sostienen un pórtico con treinta cupulillas, y en el centro hay una fuente de abluciones, o sardivan, octogonal. La sala de oración tiene planta cuadrada y una cubierta con cuatro cúpulas que flanquean la central , que a su vez se compensan con otras dos cúpulas menores. Las pilastras, no obstante, resultan demasiado pesadas en comparación con otras obras de Sinán.



Es una mezquita muy iluminada, gracias a sus 260 ventanas, y de un tamaño notable. Es preferible que haga sol en el momento de la visita, será más fácil comprobar el efecto.







lunes, 28 de abril de 2008

Algunas fotos del viaje a Estambul

Sería demasiado largo contar todas las cosas que se pueden ver en Estambul, y más aún si me detengo en cada una de ellas para hablar de su historia. Una imagen vale más que mil palabras, así que voy a hacer una pequeña selección de mis fotografías y las cosas vistas, y contar un poco acerca de ellas.


Una vista de Santa Sofía


La mayoría de la gente, cuando oye hablar de Estambul, rápidamente la asocia o a Santa Sofía, o a la Mezquita Azul. Ambas se encuentran próximas, al fondo de la calle que llamábamos del tranvía, una calle ancha que sigue el trazado la vieja calle romana, y baja por la península histórica de Estambul hasta Sultanahmet, una plaza en cuyas inmediaciones se hallan muchos de los monumentos más famosos de Estambul. Allí está Santa Sofía, capilla palatina del palacio de Justiniano, y los restos del palacio, más arriba, el Topkapi, Santa Irene y el museo arqueológico. Junto a Santa Sofía, los baños de Roxelana, mujer de Solimán el Magnífico, el Hipódromo, la Mezquita Azul... , y más abajo de la Mezquita Azul, la pequeña y recogida iglesia de los Santos Sergio y Baco. No sólo monumentos, hay más cosas que ver. El ambiente de la calle, las construcciones tradicionales, las piedras que aquí y allá afloran como en Roma, capiteles y más capiteles por los parques, columnas, frisos, y cementerios... Sí, cementerios, en el sitio más inesperado, en torno a una mezquita o una tetería, hay un cementerio.

Así, si cogemos la Ordu cadesi (calle), o más fácil, la calle del tranvía, iremos viendo cosas según avanzamos. Haré el mismo recorrido que hacíamos desde el hotel. La calle comienza en pendiente hacia arriba. Al poco de empezar a caminar, veremos los restos de la base del arco de Teodosio. Data del 393, y llaman la atención sus columnas, que imitan con sus nudos el tronco de un ciprés.

Base de uno de los pilares del arco de Teodosio

A la izquierda, también podemos ver los edificios de la universidad. La mezquita de Bayaceto no está muy lejos, también a mano izquierda.

La Mezquita de Bayaceto (Beyazit camii)


La mezquita de Bayaceto es la primera mezquita centralizada de Estambul, proyectada en 1491, y llevada a cabo entre 1501 y 1506. Las mezquitas no son sólo lugares de oración, son espacios de encuentro social, e importantes centros culturales. Se rodeaban de una serie de dependencias, como madrasas, el imaret, el hamman, escuelas elementales, y en algunos casos, como éste, el mausoleo imperial o türbe. Cuando entras en una mezquita, hay varias cosas que te llaman la atención. Lo primero, la sensación de paz y silencio que se respira en su interior. Sales de una calle bulliciosa, con tráfico, ruido y gente, y de repente estás casi en silencio, rodeado de paz, en un sitio en el que apenas hay gente fuera de las horas de oración.

Calle adelante, ah, qué curioso, un cementerio. Pero según avanzamos y vemos la ciudad, nos daremos cuenta de que hay cementerios por todas partes, detrás de cualquier cerca te puedes encontrar lápidas. Éste es uno bastante grande, junto a la calle.

Próxima a Beyazit, se encuentra la Çemberlitas, o columna quemada, la cual se encontraba en el centro de un gran foro, el Augusteum, sosteniendo una estatua de Constantino. Desgraciadamente, se encontraba en restauración, cubierta de andamios, por lo que no hice fotografías.

Vista de la calle

Bullicio diurno

Tranquilidad nocturna


La calle desciende hacia Sultanahmet, donde gira a la izquierda, en dirección a la cisterna de Yerebatán. A mis espaldas, Santa Sofía, la Mezquita Azul...

Hoy día es difícil imaginar todo lo que aquí debió levantarse hacia el siglo VI, porque los restos, excepto Santa Sofía, son un pálido reflejo de lo que algún dia fueron palacios, termas, salones, patios, pórticos, mosaicos...

Al final de la calle que recorrimos, a la derecha según terminamos de bajar, hay un parque enorme, con forma sospechosa de circo romano... Efectivamente, estamos en el Hipódromo. Se conservan restos, los más destacados, los de la spina.


El obelisco


Base del Obelisco. Los emperadores, presidiendo los juegos y carreras desde el palco

El Obelisco de Teodosio

El circo comenzó a construirse con Septimio Severo (196), y se terminó con Constantino, hacia el 330. Poseía una tribuna imperial que posiblemente comunicaba con el palacio. En la spina, se ubicaron diversos monumentos, como el obelisco, traído desde Egipto. También están los restos de una columna de bronce, perteneciente a un trípode de época clásica, traído de Grecia.

Hoy estoy ya cansado, y creo que ya conté algunas cosas. Creo que iré contando el viaje por capítulos. Próximo capítulo, Mezquita azul, Santa Sofía, Santos Sergio y Baco, cisternas...

Vista de la Mezquita Azul, o Ahmediye Camii desde la entrada al patio


tt









Clásicos populares

"Las cuatro estaciones", de Antonio Vivaldi. Concerto No. 2 "Verano", III Presto. Un clásico de toda la vida.

Clásicos populares

Nueva sección donde pondré de vez en cuando música de Youtube. Para empezar, un poco de canto gregoriano, con los monjes cistercienses de la abadía de Heiligenkreuz (Austria), un vídeo que colgaron ellos mismos, y que sin buscarlo les ha servido para conseguir un contrato de Universal Music para grabar un disco.

Un poco de poesía...


Coplas por la muerte de su padre


Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando,
cuán presto se va el placer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parecer,
cualquiera tiempo pasado
fue mejor.

 Pues si vemos lo presente
cómo en un punto se es ido
y acabado,
si juzgamos sabiamente,
daremos lo no venido
por pasado.
No se engañe nadie, no,
pensando que ha de durar
lo que espera,
más que duró lo que vio
porque todo ha de pasar
por tal manera.

Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
que es el morir;
allí van los señoríos
derechos a se acabar
y consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
y más chicos,
y llegados, son iguales
los que viven por sus manos
y los ricos...

Jorge Manrique (1440?-1479)

Astorga

Algunas fotos de la excursión a Astorga del pasado viernes. Esto es una prueba a ver qué tal sube las fotos...