viernes, 23 de mayo de 2008

La generación perdida...

Últimamente, cada vez que tengo una charla con los colegas en la facultad, a veces me cuesta dormir por la noche. Parece que efectivamente, somos la "generación perdida". Suena duro, ¿verdad?. Nada nos importa ni nada nos conmueve. Toda nuestra vida parece que ha sido fácil y cómoda comparada con la de nuestros padres, y nada hay que nos haga movernos, porque parece que ya no hay nada por lo que moverse. Es como si hubiésemos perdido el interés por muchas cosas.

Somos una generación afortunada. No nos falta de nada; electricidad, agua corriente y caliente, conexión a internet, coche o moto, educación garantizada (la calidad de la enseñanza es otro tema discutible), sanidad. Salimos los sábados, tenemos botellón, y con un poco de ahorro, podemos hacer pequeños viajes. La vida arreglada, o casi, vamos.
Y sin embargo, parece que no todo funciona como debería. Somos una de las pocas generaciones de este país, sobre el que algún día habrá que escribir algo, en que los hijos de obrero como yo, podemos estudiar una carrera gracias a las becas. Tenemos la cultura al alcance de la mano, los libros, la música, las películas... Una infinidad de cosas que ya quisieran tener al alcance de la mano nuestros antepasados. ¡Cuántas generaciones de este país, se desperdiciaron, cuántos ingenieros, arquitectos, filósofos, historiadores, médicos, químicos, y demás, se perdieron labrando un campo (que es un oficio digno y honrado, que conste) en vez de trabajar en un laboratorio o en una biblioteca! Y nosotros, que todo lo vemos fácil, parece que sólo nos preocupamos del móvil que compraremos, y de lo que haremos el sábado. Tenemos el conocimiento al alcance de nuestra mano, pero lo desperdiciamos.
Así visto, parece un poco apocalíptico, pero fue el tema de una de las últimas conversaciones, que junto con otras cosas, casi no me dejaron dormir, tenía la impresión de que efectivamente no había futuro. Quizás fuésemos demasiado pesimistas, pero puede que no anduviésemos demasiado lejos de la verdad. Nuestra generación es muy individualista, primero yo, y luego el resto del mundo. Nos movemos por nuestro propio interés, ojo, y yo el primero, y sólo nos preocupamos de nosotros mismos. Nada que no nos afecte nos hará movernos de nuestra poltrona.
La política parece un rollo mortífero, la democracia me da igual ("yo igual voto a Falange, por hacer la coña y tal, ¿votará alguien a estos?, ja ja ja ja"), dijo algún joven por ahí, como si depositar el voto fuese cosa de chiste, sin saber ni siquiera lo que se está votando. La política se ha convertido en lo que es, seguramente gracias a esto, al desinterés. La política es cosa de políticos, ya no es asunto de los ciudadanos.

Han hecho falta siglos de revoluciones, guerras y conflictos sociales, para que nuestra generación tenga al alcance de la mano lo que tiene, que no es poco, pero parece que haya vivido siempre con ello, y no nos privamos de nada.
Y con este cuadro que estoy pintando, no nos extrañemos que me cueste últimamente dormir por las noches. Recuerdo una vez en mi clase del bachillerato, que una alumna que estaba leyendo el libro " Soldados de Salamina", le hizo al profesor la pregunta clave:"Estoy acabando de leer el libro, pero, es que tengo una duda, ¿quiénes son los rojos?...". Si la gente no tiene espíritu crítico, ni se cuestionan las cosas que los rodean, serán gente manipulable, aunque ellos piensen lo contrario, si no ven más allá de su nariz, y dejan que otros piensen por ellos, entonces, parece que la lucha no sirvió de nada. Ah, la educación. Ya no hay respeto hacia el profesor. Antes, todos los niños se levantaban, se rezaba, y al profesor, los buenos días y las buenas tardes, y el trato de Don, y ay del que no lo hiciese. Hoy, el profesor está devaluado, es quien nos cohibe nuestra libertad de adolescentes, nos da el coñazo en clase, y el respeto se perdió por completo. ¿Culpa de los alumnos? No. Culpa del sistema. No formamos ciudadanos ni hombres hechos ni derechos, no sabría cómo definir a lo que se forma con este sistema educativo.
Y nuestra conversación derivó hacia el colapso. ¿Por qué todos mis colegas piensan que el futuro es el colapso mundial, quizás la guerra? Y no es uno ni dos, son casi todos. Un día, el mundo tal y como lo conocemos estallará, porque nadie va a mover un dedo. Los poderosos van a darle caña a la maquinaria mientras lo que hay aguante, hasta que todo reviente, y como siempre, los perjudicados seremos nosotros, no hay duda de ello. Y eso es lo que más me preocupa, la falta de optimismo. Yo no veo las cosas para nada negras, y siempre me pinté un futuro feliz y de progreso, y mi forma de ver las cosas no va a cambiar nunca, pero desalienta un poco ver el paisaje que se presenta ante nuestros ojos.

Clásicos populares

Seguro que todos habéis escuchado alguna vez el "Asturias", de la suite "España", opus 47, de Isaac Albéniz, es, simplemente brillante. Esta interpretación es muy buena, y está grabada en uno de los salones del alcázar de Sevilla.

viernes, 9 de mayo de 2008

Viaje a Estambul. La oración en la mezquita de Eyyup

No sé si alguna vez habéis asistido a un rezo en alguna mezquita. Para mí fue la primera vez que lo veía tan próximo y tan directo, y nunca creí que tendría esa impresión cuando se oyó el "Allah u akbar" desde el alminar de la mezquita de Eyyup. Es uno de los lugares santos del Islam, pues allí se supone que está enterrado Eyyup, el portaestandarte de Mahoma, en un mausoleo que se encuentra dentro del patio de la mezquita. Tanto es el respeto que los fieles del Islam sienten por este lugar que la gente sale de espaldas del interior de su türbe.
Eyyup también es uno de los barrios más populares de Estambul, como el Fener. No es como Gálata, que es mucho más europeo y occidental, son barrios más tradicionales. Y entre esas tradiciones, está el rezo del viernes, que congrega a numerosas personas dentro de la mezquita, en el patio, y en la explanada que hay al lado de la mezquita.







En media hora, se llenó de gente la explanada que hay delante de la mezquita, como se ve en las fotos. Y con cuidadito de no pisar la alfombra con los zapatos, el respeto era tremendo.



martes, 6 de mayo de 2008

Cuentos para no dormir

El hombre de vida inexplicable

Anónimo sufí

Había una vez un hombre llamado Moyut. Vivía en una aldea en la que había obtenido un puesto como pequeño funcionario y parecía muy probable que fuese a terminar sus días como inspector de pesas y medidas. Una tarde, cuando estaba caminando por los jardines de un viejo edificio cerca de su casa, el Jádir -misterioso guía de los sufíes- se le apareció vestido con una túnica de brillante verde. Moyut se encontró con el Jádir y el Jádir le dijo:

-Hombre de brillantes perspectivas, deja tu trabajo y encuéntrame junto a la ribera del río dentro de tres días.

Y desapareció.

Moyut fue a ver a su superior, conmovido por este encuentro, y le dijo que tenía que partir. Todo el mundo en la aldea se enteró pronto de esta decisión, y dijeron: "Pobre Moyut, se ha vuelto loco". Pero como había muchos candidatos para su puesto no tardaron en olvidarlo. En el día señalado Moyut se encontró con el Jádir, quien le dijo:

-Quítate las ropas y arrójate al río. Quizás alguien te salvará.

Moyut lo hizo sin hesitar, aunque se preguntaba si se había vuelto loco. Puesto que sabía nadar no se hundió, pero fue arrastrado por las aguas largamente antes de que un pescador lo hiciera subir a su bote y le dijera:

-Hombre loco, la corriente es muy fuerte, ¿qué estás tratando de hacer?

Moyut dijo:

-Realmente no lo sé.

-Estás loco -dijo el pescador-, pero te llevaré a mi cabaña junto al río, y veremos qué puedo hacer por ti.

Cuando el pescador descubrió que Moyut hablaba bien, aprendió de él a leer y a escribir. En cambio le dio alimento y un lugar donde habitar. Moyut ayudaba al pescador en su trabajo. Después de unos pocos meses el Jádir volvió a aparecer, esta vez al pie de la cama de Moyut, y le dijo:

-Levántate y deja a este pescador. Ya veremos qué se hace contigo.

Moyut salió inmediatamente de la cabaña, se vistió como pescador y vagabundeó hasta llegar a una carretera. Cuando se hizo el día vio a un agricultor en un burro en su camino hacia el mercado.

-¿Buscas trabajo? -le preguntó el agricultor-, porque necesito a un hombre que me ayude para traer de vuelta algunas compras que debo hacer.

Moyut lo siguió. Trabajó para el agricultor durante casi dos años, tiempo en el cual aprendió bastante sobre agricultura, pero sobre ninguna otra cosa. Un atardecer, mientras estaba limpiando algodón, se le apareció el Jádir y le dijo:

-Deja este trabajo, ve a la ciudad de Mosul y usa los ahorros para convertirte en un mercader de pieles.

Moyut obedeció. En Mosul se hizo conocido como mercader de pieles y no volvió a ver al Jádir durante tres años. Había ahorrado una suma considerable de dinero y estaba pensando en comprar una casa, cuando el Jádir volvió a aparecérsele y le dijo:

-Dame tu dinero. Vete de esta ciudad. Ve tan lejos como Samarkanda, y trabaja allí como almacenero.

Moyut lo hizo. En realidad empezó a mostrar signos bastante ciertos de iluminación. Curaba a los enfermos, servía a sus conciudadanos y durante su tiempo libre notaba que los misterios se iban profundizando en él cada vez más acentuadamente. Filósofos, hombres de negocios, lo visitaban y le preguntaban:

-¿Con quién estudiaste?

-Es difícil decirlo -contestaba Moyut.

Sus discípulos le preguntaban:

-¿Cómo empezaste tu carrera?

Él decía:

-Como un pequeño funcionario.

-¿Y la abandonaste para dedicarte a la mortificación?

-No. Simplemente la abandoné -decía Moyut.

Y sus discípulos no lo entendían. La gente se le acercaba para escribir la historia de su vida.

-¿Qué has sido en tu vida? -le preguntaban.

-Salté a un río, me convertí en pescador; después me fui de una cabaña en la mitad de una noche; después de esto me volví agricultor, y mientras estaba limpiando algodón cambié y fui a Mosul, donde me convertí en un mercader en pieles. Ahorré algún dinero allí, pero lo dejé, y después vine a Samarkanda y trabajé como almacenero. Y aquí es donde estoy ahora.

-Pero esta conducta inexplicable no ilumina para nada tus dones tan extraños y tus ejemplos maravillosos, decían los biógrafos.

-Así es -decía Moyut.

De tal suerte, los biógrafos organizaron para Moyut una historia muy excitante y maravillosa, porque todos los santos deben tener su historia, y la historia debe estar de acuerdo con el apetito del oyente, no con las realidades de la vida. Y nadie puede hablar del Jádir directamente. Tal es la razón por la cual esa historia no es cierta. Es una representación de la vida. Esta es la verdadera vida de uno de los más grandes sufíes.

lunes, 5 de mayo de 2008

Clásicos populares

¿Quién no ha escuchado alguna vez el Requiem de Mozart? Hoy no ha sido un día muy alegre para mí, la verdad. Y esta música quizás tampoco lo sea, pero llena el espíritu...
Wolfgang Amadeus Mozart. Requiem KV 626, Introitus, en una versión muy buena de Karl Böhm

viernes, 2 de mayo de 2008

Viaje a Estambul II

Uno de los monumentos más conocidos de Estambul es la mezquita del Sultan Ahmed, también Ahmediye Camii, o Mezquita Azul, debido al color de los azulejos del revestimiento interior. Su onstrucción se inició en 1609 y se remató en 1616, y es una obra de Mehmed Aga, arquitecto de origen cristiano, que se fromó como discípulo de Sinán, el gran arquitecto otomano.

Según se contaba, el sultán mandó edificar la mezquita como una obra piadosa tras haber sufrido una derrota, a lo cual se opusieron los ulemas, por considerar que ésta debería ser edificada con botín de guerra, lo cual podría haber dado origen a la leyenda de que sus seis alminares son una blasfemia, por ser un número superior a los de la Meca, cosa que es falsa, pues la Meca por entonces tenía siete.

Vista exterior


Interior


La foto más o menos logró captar el efecto que da nombre precisamente a la mezquita, debido al reflejo de la luz en la decoración cerámica de azulejos de Iznik. La cúpula se encuentra a 43 metros del suelo, y posee un diámetro de 23,50 metros.


Esta mezquita es una de las últimas del llamado periodo clásico otomano. La planta del conjunto es muy equilibrada, porque el patio es tan grande como el edificio y posee grandes puertas en cada uno de sus tres lados. Lo rodea un peristilo de 26 columnas que sostienen un pórtico con treinta cupulillas, y en el centro hay una fuente de abluciones, o sardivan, octogonal. La sala de oración tiene planta cuadrada y una cubierta con cuatro cúpulas que flanquean la central , que a su vez se compensan con otras dos cúpulas menores. Las pilastras, no obstante, resultan demasiado pesadas en comparación con otras obras de Sinán.



Es una mezquita muy iluminada, gracias a sus 260 ventanas, y de un tamaño notable. Es preferible que haga sol en el momento de la visita, será más fácil comprobar el efecto.