Últimamente, cada vez que tengo una charla con los colegas en la facultad, a veces me cuesta dormir por la noche. Parece que efectivamente, somos la "generación perdida". Suena duro, ¿verdad?. Nada nos importa ni nada nos conmueve. Toda nuestra vida parece que ha sido fácil y cómoda comparada con la de nuestros padres, y nada hay que nos haga movernos, porque parece que ya no hay nada por lo que moverse. Es como si hubiésemos perdido el interés por muchas cosas.
Así visto, parece un poco apocalíptico, pero fue el tema de una de las últimas conversaciones, que junto con otras cosas, casi no me dejaron dormir, tenía la impresión de que efectivamente no había futuro. Quizás fuésemos demasiado pesimistas, pero puede que no anduviésemos demasiado lejos de la verdad. Nuestra generación es muy individualista, primero yo, y luego el resto del mundo. Nos movemos por nuestro propio interés, ojo, y yo el primero, y sólo nos preocupamos de nosotros mismos. Nada que no nos afecte nos hará movernos de nuestra poltrona.
La política parece un rollo mortífero, la democracia me da igual ("yo igual voto a Falange, por hacer la coña y tal, ¿votará alguien a estos?, ja ja ja ja"), dijo algún joven por ahí, como si depositar el voto fuese cosa de chiste, sin saber ni siquiera lo que se está votando. La política se ha convertido en lo que es, seguramente gracias a esto, al desinterés. La política es cosa de políticos, ya no es asunto de los ciudadanos.
Han hecho falta siglos de revoluciones, guerras y conflictos sociales, para que nuestra generación tenga al alcance de la mano lo que tiene, que no es poco, pero parece que haya vivido siempre con ello, y no nos privamos de nada.
Y con este cuadro que estoy pintando, no nos extrañemos que me cueste últimamente dormir por las noches. Recuerdo una vez en mi clase del bachillerato, que una alumna que estaba leyendo el libro " Soldados de Salamina", le hizo al profesor la pregunta clave:"Estoy acabando de leer el libro, pero, es que tengo una duda, ¿quiénes son los rojos?...". Si la gente no tiene espíritu crítico, ni se cuestionan las cosas que los rodean, serán gente manipulable, aunque ellos piensen lo contrario, si no ven más allá de su nariz, y dejan que otros piensen por ellos, entonces, parece que la lucha no sirvió de nada. Ah, la educación. Ya no hay respeto hacia el profesor. Antes, todos los niños se levantaban, se rezaba, y al profesor, los buenos días y las buenas tardes, y el trato de Don, y ay del que no lo hiciese. Hoy, el profesor está devaluado, es quien nos cohibe nuestra libertad de adolescentes, nos da el coñazo en clase, y el respeto se perdió por completo. ¿Culpa de los alumnos? No. Culpa del sistema. No formamos ciudadanos ni hombres hechos ni derechos, no sabría cómo definir a lo que se forma con este sistema educativo.
Y nuestra conversación derivó hacia el colapso. ¿Por qué todos mis colegas piensan que el futuro es el colapso mundial, quizás la guerra? Y no es uno ni dos, son casi todos. Un día, el mundo tal y como lo conocemos estallará, porque nadie va a mover un dedo. Los poderosos van a darle caña a la maquinaria mientras lo que hay aguante, hasta que todo reviente, y como siempre, los perjudicados seremos nosotros, no hay duda de ello. Y eso es lo que más me preocupa, la falta de optimismo. Yo no veo las cosas para nada negras, y siempre me pinté un futuro feliz y de progreso, y mi forma de ver las cosas no va a cambiar nunca, pero desalienta un poco ver el paisaje que se presenta ante nuestros ojos.