Sería demasiado largo contar todas las cosas que se pueden ver en Estambul, y más aún si me detengo en cada una de ellas para hablar de su historia. Una imagen vale más que mil palabras, así que voy a hacer una pequeña selección de mis fotografías y las cosas vistas, y contar un poco acerca de ellas.
Una vista de Santa Sofía
Así, si cogemos la Ordu cadesi (calle), o más fácil, la calle del tranvía, iremos viendo cosas según avanzamos. Haré el mismo recorrido que hacíamos desde el hotel. La calle comienza en pendiente hacia arriba. Al poco de empezar a caminar, veremos los restos de la base del arco de Teodosio. Data del 393, y llaman la atención sus columnas, que imitan con sus nudos el tronco de un ciprés.
Calle adelante, ah, qué curioso, un cementerio. Pero según avanzamos y vemos la ciudad, nos daremos cuenta de que hay cementerios por todas partes, detrás de cualquier cerca te puedes encontrar lápidas. Éste es uno bastante grande, junto a la calle.
La calle desciende hacia Sultanahmet, donde gira a la izquierda, en dirección a la cisterna de Yerebatán. A mis espaldas, Santa Sofía, la Mezquita Azul...
Hoy día es difícil imaginar todo lo que aquí debió levantarse hacia el siglo VI, porque los restos, excepto Santa Sofía, son un pálido reflejo de lo que algún dia fueron palacios, termas, salones, patios, pórticos, mosaicos...
Al final de la calle que recorrimos, a la derecha según terminamos de bajar, hay un parque enorme, con forma sospechosa de circo romano... Efectivamente, estamos en el Hipódromo. Se conservan restos, los más destacados, los de la spina.
Hoy estoy ya cansado, y creo que ya conté algunas cosas. Creo que iré contando el viaje por capítulos. Próximo capítulo, Mezquita azul, Santa Sofía, Santos Sergio y Baco, cisternas...
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